El ser humano. Ese ser que toma conciencia en la relación con “lo otro” y se realiza “humanizando” aquello que toca, aquello que ve, aquello que nomina con la palabra. Un ser que, provocado por su entorno, se admira. Se cuestiona. Piensa la realidad provocadora. Se piensa. Elabora. Propone. Se implica. Se comparte. Se transforma transformando.
Interpelado por “lo otro” descubre, elabora, un orden, una armonía a la que intenta conformarse. Descubre, le es mostrado, elabora (óptese) un “Otro”, principio de la realidad natural, humana y social. Con palabras humanas expresa que tal orden, armonía, tiene su principio y final en ese “Otro” descubierto, elaborado, “revelado” (óptese). Yergue así un “orden” al que se han de configurar la realidad natural, la realidad humana y la realidad social y, también, a veces, ese “Otro”.
El ser humano, en su devenir, ansiando eternidad, descubre su armonía posible, su felicidad, su máxima aspiración, en asumir la armonía consigo mismo, con “lo otro”, con los “otros” y con “lo Otro”. Armonía, un reto, una tensión desde la que se articulará la red social elaborada a la propia imagen o a imagen de la naturaleza o a imagen del “Otro” o a la inversa, contémplese la historia.
Este ser humano, un ser “desnaturalizado” y creador de realidades, que vive desde sus propios productos, habrá de resituarse, regresar a su tierra, con los suyos, como hiciera Ulises y redescubrirse en su Ítaca. Se precisa descubrirse consigo mismo, con los “otros”, con “lo otro” y, por qué no, con el “Otro”. La "realidad" provoca, es un ser provocado, ¿cuál será la respuesta de este ser a esta "realidad"?
